Harpagofito (Harpagophytum procumbens)

Harpagofito

acGrias a su actividad analgésica y antiinflamatoria, el harpagofito se emplea con éxito en el tratamiento de algunos tipos de artritis, así como en los dolores de espalda, tendinitis y esguinces. También es un estimulante digestivo, que mejora la pérdida del apetito y la dispepsia.

Un poco de historia…

Natural del desierto de Kalahari, en las estepas de Namibia, el nombre común de ‘garra del diablo’ con el que se conoce a esta planta es debido a que sus frutos presentan unos ganchos, que se embrollan en las patas de las ovejas y otros animales, clavándose en sus pezuñas cuando los pisan y causándoles un fuerte dolor.

Inicialmente, este nombre estaba destinado al fruto del harpagofito, pero posteriormente ha sido generalizado por extensión a toda la planta.

En cuanto a su nombre botánico, éste procede del término griego ‘harpagos’, que significa literalmente gancho o arpón de abordaje.

En las tribus africanas, el harpagofito se ha venido empleando desde tiempos remotos, en diferentes preparaciones medicinales. Sus grandes raíces se usan, después de ser cortadas y secadas al sol durante tres días, para reducir la fiebre y el dolor, y para estimular el apetito.

Aparte de estas aplicaciones, el harpagofito también se aplica externamente sobre la piel, para aliviar dolores articulares, esguinces, ampollas y otras lesiones de la piel.

En Europa, su incorporación en terapéutica es bastante reciente, concretamente data de principios del siglo XX. El descubrimiento de sus propiedades terapéuticas fue casual: un colono alemán observó como los brujos y chamanes de las tribus africanas empleaban esta planta para tratar numerosas enfermedades.

En 1904, después de una curación ‘milagrosa’, el granjero siguió al brujo para descubrir el lugar donde se encontraba la planta, y envió varias muestras de raíz a Alemania para ser analizadas. Estos estudios revelaron la presencia de compuestos con actividad analgésica y antiinflamatoria.